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8.-La confluencia


El ser humano tiene como condición indispensable para su propia identidad la necesidad de relacionarse con otros, sea esta una relación personal o colectiva. Las relaciones nos provocan un interminable conjunto de interacciones sociales, dado que, nadie en sociedad puede ser auto suficiente. La autarquía personal no existe. Pensemos simplemente como llegan a nuestra mesa unas simples frutas, hacen falta comerciantes de semillas, agricultores, transportistas, vendedores y un largo etcétera. Los humanos dependemos de otros humanos y grupos de humanos. Así mismo necesitamos un medio de vida que nos permita conseguir dinero y que nos permita llevar una vida satisfactoria. Queremos también relaciones sentimentales y relaciones de vida social.

La larga cadena de imbricaciones sociales en nuestra vida suponen muchas relaciones y estas muchas obligaciones, las mas usuales son los horarios, obedecer ordenes de alguien, incluso hacer algunas cosas que realmente no nos apetecen pero que los deberes asumidos nos las impone. Todas estas obligaciones parecen contrarias al principio de libertad que tanto nos gusta usar como bandera.

Recordemos: Cambiamos libertad por cubrir nuestras necesidades.

Además de este intercambio de libertad por la necesidad de cubrir lo básico de nuestra vida, estamos sometidos a la socialización, proceso que nace desde la infancia y esta dirigido a asumir y entender como propios los usos y costumbres del entorno, que son integrados en nuestra personalidad para poder diferenciar lo aceptable de lo inaceptable, siempre desde el punto de vista social o gregario.

En el proceso de socialización, los diversos círculos que emanan una conducta aceptable para el grupo son la familia, la escuela, los amigos, las parejas y los medios de comunicación entre otros. Estamos pues sometidos a dos aprendizajes de socialización, el aprendizaje en la niñez, por la que nos convertimos en miembro de la sociedad y el aprendizaje adulto, que es el proceso por el cual entendemos la socialización y la adaptamos a nuestra propia personalidad.

Las relaciones no son absolutas, son fundamentalmente irreales, construidas en base a unos convencionalismos sociales que son aprendidos y asimilados, pero que no tienen porqué coincidir de unas sociedades a otras, ni mucho menos de unas personas a otras. Sirva el ejemplo del convencionalismo social de la comida, no solo el tipo de comida si no incluso la función de la comida en la relación, para un oriental, la comida es un momento de alimentación y para un occidental se convierte en un momento de compartir.

Recordemos: Cambiamos libertad por cubrir nuestras necesidades básicas y además nuestra libertad esta condicionada al entorno socializador en el tiempo y espacio profano que nos toca vivir.

Un buscador de la luz, debería trabajar en pos de modificar sus parámetros de relación hacia unas relaciones que solemos llamar confluentes.

Entendemos que toda relación que un buscador de la luz tenga, debe servirle para sumar, nunca para restar ni para mantenerse en la misma situación. Una relación confluente es el resultado de la acción conjunta de dos o más personas, pero caracterizada por tener un efecto superior al que resulta de la simple suma de dichas personas. Las relaciones tienen que aportarnos valor en si mismas y nosotros debemos aportar valor en la relación.

No cometamos la imprudencia de pensar que estamos hablando de relaciones de pareja (que también estamos hablando de ellas), cuando hablamos de relaciones confluentes, hablamos de las relaciones laborales, vecinales, asociativas y en general de cualesquier relación que tengamos o emprendamos, todas ellas deben aportarnos un plus a nuestra vida profana que nos permita seguir con la relación y nosotros debemos mejorar también a la otra parte de la relación.

La relación confluente, es intrínsecamente igualitaria, es una relación y perdónesenos el lenguaje empresarial “win to win”, esta filosofía se basa en que cualquier relación tiene que estar sustentada por la confianza, enfocada a darnos y proporcionar aquello que se espera de nosotros, buscando el largo plazo, la estabilidad.

Y hemos llegado ya al objetivo básico de la confluencia en las relaciones: la estabilidad.

Resultado de imagen de piramide de maslow
La búsqueda de la perfección espiritual, es un elemento que debería estar en lo mas alto de la pirámide de Maslow(1), por ello, es necesario que el buscador tenga bien asentados los demás factores de esta pirámide, fisiología, seguridad, integración e incluso reconocimiento. Es evidente que no todos los buscadores de la luz pueden estar en estas condiciones, pero si tenemos que tener la capacidad de orientarnos hacia que nuestras relaciones profanas nos cubran estas necesidades.

Si bien la pirámide de Maslow es un concepto antiguo y bastante superado por la psicología moderna, es interesante como ejemplo de donde se debe situar los intereses esotéricos en una escala de necesidades generales


Recordemos: Las relaciones correctas son aquellas que nos proporcionan una contrapartida que nos permita mantenerlas a largo plazo. Tenemos que intentar que las relaciones profanas, sean positivas y nos permitan una estabilidad, que nos den posibilidades de generar nuestro tiempo y espacio sagrado, desarrollar nuestra libertad individual, comprender que somos partes de un sistema complejo de humanos al que tenemos que aportar nuestro trabajo a la gloria del progreso.

  
(1)Abraham Maslow psicólogo estadounidense conocido como uno de los fundadores y principales exponentes de la psicología humanista, padre de una teoría una jerarquía de necesidades humanas y defiende que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados.

Nota adicional: El lenguaje empresarial usa el termino “sinergia” para definir nuestro concepto de confluencia, y es definido así: el efecto del trabajo de dos o más personas en conjunto es mayor al esperado considerando a la suma de las acciones por separado.

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