La
orden Martinista es la única orden esotérica del mundo que tiene
históricamente pruebas de su origen, estructura y fundación. Es
algo absolutamente extraordinario dentro de este mundo.
La
Orden Martinista la crearon a finales del siglo XIX Papus(1)
y Augustin Chaboseau(2), para seguir y expandir la
doctrina de Martínez de Pasqually(3) y de Louis Claude de
Saint-Martin(4), de quien la Orden toma el nombre.
Hoy
en día el martinismo no se entiende sin su relación con la orden
rosa cruz, no es posible ser martinista sin ser un rosa cruz activo.
Podemos decir que es una orden dentro de otra orden. Esto no es
novedoso, en masonería ocurre lo mismo, no se puede pertenecer a la
masonería de altos grados sin pertenecer a la masonería de base.
El
martinismo es fundamentalmente misticismo cristiano, busca integrar
al ser humano con el sentido de la creación, no tiene otro objetivo.
En un inicio, los principios del martinismo fueron enseñados por
Martínez de Pasqually de modo oral, a pequeños grupos que el mismo
instruía y enseñaba, fundamentalmente grupos que a la vez eran
masones, por lo que al inicio del martinismo hubo una cierta
confusión entre las dos doctrinas.
Pascually
enseñaba que cada iniciado debe encontrar en si mismo la
confirmación de lo positivo de su voz interior a través de dos
tipos de trabajo: el primero de ello basado en los los símbolos
naturales y el segundo de ellos basado en los símbolos artificiales.
Los
símbolos naturales.
Como
su nombre nos indica, son los símbolos que se encuentran en la
naturaleza, no son en consecuencia parte de nuestro espíritu sino
mas bien señales que se pueden interpretar, el ejemplo clásico en
las enseñanzas martinistas es que si vemos humo, lo mas probable es
que haya fuego, esta obviedad, refleja la idea martinista de que una
señal es consecuencia de otra y viceversa.
Recordemos:
para los martinistas, todo signo o símbolo natural tiene un
símbolo natural asociado, existiendo condiciones físicas que lo
producen, y la atención(5) al símbolo
natural y su naturaleza asociada es la que nos da la sabiduría de la
realidad del instante.
Los
símbolos artificiales.
Son
los símbolos creados por acuerdo social, si recordamos la monografía
31 de aproximación al simbolismo decíamos que: “El símbolo es
eminentemente interpretativo”, para los martinistas no es así, el
símbolo artificial tiene un significado dado. En la enseñanza
martinista el símbolo artificial tiene la representación y en
consecuencia la fuerza del símbolo es directamente proporcional al
significado que le hayan otorgado.
Recordemos:
para los martinistas los signos o símbolos artificiales son parte de
un idioma privado, un alfabeto de ideogramas que solo transmiten su
saber a quien conoce los símbolos exactos.
El
numero 7, la héptada
El
numero siete es un numero que todas las corrientes iniciáticas
tienen como referente en mayor o menor medida, el
numero siete es una constante, en la masonería es el numero que
concede deberes y derechos a quien sabe su significado y así en
todas las ordenes iniciáticas. Pero para el
martinismo, el numero siete, conocido internamente como la héptada,
es algo mas, consideran
el numero siete, como una especie de principio absoluto universal,
representando en si mismo “la recta y la curva, el tiempo y el
espacio, el mundo material y moral, veneración, fortuna,
integridad...” (sic). Plantean que la héptada representa dos
grupos de 3 que serian los tres elementos espirituales y los tres
elementos materiales bajo la atenta mirada del septimo que no es otro
que el “principio viviente”.
El
numero siete ademas es una guia etica y moral: “1ª tener rectitud
en el propósito, 2ª tolerancia al opinar, 3ª inteligencia para
discernir, 4ª clemencia para juzgar, 5ª ser verídicos en sus
palabras y actos, 6ª disponer de gracia para expresar, 7ª
contemplar los acontecimientos con paz en el corazón. El martinista
que se identifica con la Héptada, conoce el misterio de la vida
terrena.” (sic)
La
palabra, el verbo.
Quizás el distintivo martinista mas importante es el concepto de la palabra
como fuente de origen de una especie de magia interior. Defienden que
un discurso, un intercambio de ideas, puede ayudar a esclarecer o a
oscurecer un tema, para ellos, dependerá de las palabras usadas y de
su pronunciación.
Tanto
es así, que en las instrucciones de su ritual de “maestro de la
Héptada”, comienza con una aclamación “desconocidos y
silenciosos, yo os saludo” a partir de este momento consideran que
toda palabra pronunciada y en especial las mas especificas y poco
habituales tienen una fuerza ritualistico-mágica que ilumina
espiritualmente, el verbo pues, simplemente por su uso, determina por
derecho de nacimiento, la posibilidad de cierta forma de iniciación
secreta y sagrada que ocurre simplemente al comunicarse.
Por
lo tanto, el uso de palabras especificas, poco habituales o dándoles
un significado artificial (en el sentido que antes hablábamos de
símbolo artificial) pueden provocar la iniciación en base a un
discurso o comunicación elaborada y culta.
Filosofía
El
martinismo es un sistema de filosofía espiritual, reservada a
miembros de la orden rosa cruz, que busca reunir a hombres y mujeres
en torno al ideal de alcanzar un estado precio a la “caída del
pecado original” y en consecuencia aspiran a reintegrarse en el
Reino Primordial de Dios, donde
el Hombre, al principio, gozó de amplias prerrogativas hasta su
caída voluntaria para desempeñar una misión en el mundo material o
bosque de los errores.
Organización.
Los
martinistas se reúnen en logias y tienen 3 grados, cada grado se
compone de 24 monografías y un ritual de paso. Los grados son:
Asociado, Iniciado y Superior Desconocido (S.I.)
(1)
Gérard Anaclet Vincent Encausse “Papus” medico y ocultista
francés de origen español
(2)
Pierre-Augustin Chaboseau, esoterista, historiador y conservador del
museo Guimet de arte oriental.
(3)
Martínez de Pasqually, personaje enigmático del que prácticamente
no sabemos nada, teúrgo y teósofo.
(4)
Louis-Claude de Saint-Martin “El Filósofo Desconocido” místico
judeo-cristiano
(5)
La atención es una idea clásica de la teosofía, somos sabios si
somos prestar suficiente atención al momento, al instante en que
vivimos en un continuo espacio-tiempo.
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