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35.-Martinismo



La orden Martinista es la única orden esotérica del mundo que tiene históricamente pruebas de su origen, estructura y fundación. Es algo absolutamente extraordinario dentro de este mundo.

La Orden Martinista la crearon a finales del siglo XIX Papus(1) y Augustin Chaboseau(2), para seguir y expandir la doctrina de Martínez de Pasqually(3) y de Louis Claude de Saint-Martin(4), de quien la Orden toma el nombre.

Hoy en día el martinismo no se entiende sin su relación con la orden rosa cruz, no es posible ser martinista sin ser un rosa cruz activo. Podemos decir que es una orden dentro de otra orden. Esto no es novedoso, en masonería ocurre lo mismo, no se puede pertenecer a la masonería de altos grados sin pertenecer a la masonería de base.

El martinismo es fundamentalmente misticismo cristiano, busca integrar al ser humano con el sentido de la creación, no tiene otro objetivo. En un inicio, los principios del martinismo fueron enseñados por Martínez de Pasqually de modo oral, a pequeños grupos que el mismo instruía y enseñaba, fundamentalmente grupos que a la vez eran masones, por lo que al inicio del martinismo hubo una cierta confusión entre las dos doctrinas.

Pascually enseñaba que cada iniciado debe encontrar en si mismo la confirmación de lo positivo de su voz interior a través de dos tipos de trabajo: el primero de ello basado en los los símbolos naturales y el segundo de ellos basado en los símbolos artificiales.

Los símbolos naturales.

Como su nombre nos indica, son los símbolos que se encuentran en la naturaleza, no son en consecuencia parte de nuestro espíritu sino mas bien señales que se pueden interpretar, el ejemplo clásico en las enseñanzas martinistas es que si vemos humo, lo mas probable es que haya fuego, esta obviedad, refleja la idea martinista de que una señal es consecuencia de otra y viceversa.

Recordemos: para los martinistas, todo signo o símbolo natural tiene un símbolo natural asociado, existiendo condiciones físicas que lo producen, y la atención(5) al símbolo natural y su naturaleza asociada es la que nos da la sabiduría de la realidad del instante.

Los símbolos artificiales.

Son los símbolos creados por acuerdo social, si recordamos la monografía 31 de aproximación al simbolismo decíamos que: “El símbolo es eminentemente interpretativo”, para los martinistas no es así, el símbolo artificial tiene un significado dado. En la enseñanza martinista el símbolo artificial tiene la representación y en consecuencia la fuerza del símbolo es directamente proporcional al significado que le hayan otorgado.

Recordemos: para los martinistas los signos o símbolos artificiales son parte de un idioma privado, un alfabeto de ideogramas que solo transmiten su saber a quien conoce los símbolos exactos.

El numero 7, la héptada

El numero siete es un numero que todas las corrientes iniciáticas tienen como referente en mayor o menor medida, el numero siete es una constante, en la masonería es el numero que concede deberes y derechos a quien sabe su significado y así en todas las ordenes iniciáticas. Pero para el martinismo, el numero siete, conocido internamente como la héptada, es algo mas, consideran el numero siete, como una especie de principio absoluto universal, representando en si mismo “la recta y la curva, el tiempo y el espacio, el mundo material y moral, veneración, fortuna, integridad...” (sic). Plantean que la héptada representa dos grupos de 3 que serian los tres elementos espirituales y los tres elementos materiales bajo la atenta mirada del septimo que no es otro que el “principio viviente”.

El numero siete ademas es una guia etica y moral: “1ª tener rectitud en el propósito, 2ª tolerancia al opinar, 3ª inteligencia para discernir, 4ª clemencia para juzgar, 5ª ser verídicos en sus palabras y actos, 6ª disponer de gracia para expresar, 7ª contemplar los acontecimientos con paz en el corazón. El martinista que se identifica con la Héptada, conoce el misterio de la vida terrena.” (sic)

La palabra, el verbo.

Quizás el distintivo martinista mas importante es el concepto de la palabra como fuente de origen de una especie de magia interior. Defienden que un discurso, un intercambio de ideas, puede ayudar a esclarecer o a oscurecer un tema, para ellos, dependerá de las palabras usadas y de su pronunciación.

Tanto es así, que en las instrucciones de su ritual de “maestro de la Héptada”, comienza con una aclamación “desconocidos y silenciosos, yo os saludo” a partir de este momento consideran que toda palabra pronunciada y en especial las mas especificas y poco habituales tienen una fuerza ritualistico-mágica que ilumina espiritualmente, el verbo pues, simplemente por su uso, determina por derecho de nacimiento, la posibilidad de cierta forma de iniciación secreta y sagrada que ocurre simplemente al comunicarse.

Por lo tanto, el uso de palabras especificas, poco habituales o dándoles un significado artificial (en el sentido que antes hablábamos de símbolo artificial) pueden provocar la iniciación en base a un discurso o comunicación elaborada y culta.

Filosofía

El martinismo es un sistema de filosofía espiritual, reservada a miembros de la orden rosa cruz, que busca reunir a hombres y mujeres en torno al ideal de alcanzar un estado precio a la “caída del pecado original” y en consecuencia aspiran a reintegrarse en el Reino Primordial de Dios, donde el Hombre, al principio, gozó de amplias prerrogativas hasta su caída voluntaria para desempeñar una misión en el mundo material o bosque de los errores.

Organización.

Los martinistas se reúnen en logias y tienen 3 grados, cada grado se compone de 24 monografías y un ritual de paso. Los grados son: Asociado, Iniciado y Superior Desconocido (S.I.)



(1) Gérard Anaclet Vincent Encausse “Papus” medico y ocultista francés de origen español
(2) Pierre-Augustin Chaboseau, esoterista, historiador y conservador del museo Guimet de arte oriental.
(3) Martínez de Pasqually, personaje enigmático del que prácticamente no sabemos nada, teúrgo y teósofo.
(4) Louis-Claude de Saint-Martin “El Filósofo Desconocido” místico judeo-cristiano
(5) La atención es una idea clásica de la teosofía, somos sabios si somos prestar suficiente atención al momento, al instante en que vivimos en un continuo espacio-tiempo.

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