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27.-La Cábala


Historia.
En su momento, clasificamos la cábala en corrientes esotéricas orientales, lo hicimos por el convencionalismo de asumir que la cábala es consustancial con la hermenéutica del Pentateuco y con el estudio de la Torah, pero esto no es del todo cierto, la verdad es que la cábala tal como la conocemos es relativamente reciente. Lo que en ningún caso es reciente es su origen, la mística judía.
La mística judía, sin haber consenso sobre el tema, parece que empieza a tomar cuerpo en el siglo IV A.C., tomando del mazdeísmo parte de su doctrina. Este misticismo judío estaba plagado de elementos religiosos y supersticiones basadas en Ángeles, demonios, espíritus, seres elementales y toda la parafernalia del esoterismo de bajo nivel, pero pronto evolucionó hasta que la doctrina cabalista llegó a ser monoteísta y asumida dentro de la religión judía.
Fue probablemente el Rabí Shimón ben Yojai el iniciador de la cábala monoteísta y consustancial con la fe. No obstante la cábala fue perdiendo fuelle, si alguna vez lo tuvo, hasta su casi completa desaparición, sin que esto evitara diversos destellos de luz retornada durante este periodo. En esos destellos y casi al unísono, en diversos puntos hubo un resurgir de la cábala. Durante el siglo XII y XIII, se publicaron una serie de tratados, como El Zohar, El Sefer Yetzirá y El Sefer Habahir. Estos tratados, provocaron un renacimiento de la cábala tal y como la conocemos en esta etapa moderna, pero no nació en oriente, si no en occidente, tan occidente que sus punto de nacimiento podemos marcarlo en Francia y en España y casi localizado en la actual Cataluña y Provenza.
El destino quiso que una doctrina esotérica acerca de los misterios de Dios y del Universo, surgida en la Babilonia del S. IV A.C., basada en textos hebreos y preñada de mística oriental como la numerología, revelaciones etc., se amalgamara brillantemente en la Corona de Aragón a las puertas del Imperio Almohade y además, de fuentes no judías como reacción contra el rabinismo y el extremo racionalismo, que regían el judaísmo de aquel entonces.
Ya hemos visto en anteriores monografías que el término cábala deקַבָּלָה (qabbalah), en hebreo, no significa otra cosa que tradición, además tradición en un sentido genérico abierto, referida a cualesquier norma no escrita de cumplimiento por su transmisión cultural, como podrían ser las modas de vestimenta, peinados, formas, usos y costumbres sociales y como no, la llamada Tradición con mayúsculas, la esotérica o iniciática. 
Tanto es así, que cuando el termino cábala se emplea sin adjetivos, esta es entendida como la Tradición esotérica. A nuestro lenguaje ha llegado el término cábala como sinónimo de esta acepción relativa a la iniciación y al mundo esotérico dejando el término tradición para los aspectos exotéricos.
Dado que no es el objetivo de estas monografías introducirnos en el mundo religioso judaico, tendremos que abordar la cábala desde los puntos de vista que nos interesan desde una óptica esotérica y estos son la referencia a la relación de dos mundos enfrentados, el tangible y el intangible “lo que es arriba es abajo” y el aspecto vibracional del poder de las letras, los números y la palabra. Visto el espacio del que disponemos en estas paginas, no vamos a analizar si primero fue el huevo o la gallina, nos interesa la gallina y esta va al grano.

Lo que es arriba es abajo.
La Cábala enseña y esto es fundamental, que todo lo que existe en una dimensión física tiene su reflejo en los mundos astrales y mentales, seamos o no seamos conscientes de ello. Toda acción tiene una reacción causal en los tres mundos y en consecuencia no hay acción en ninguna de nuestras manifestaciones que no provoque un cambio en nosotros.
Recordemos: Todo lo que es, ocurre en una dimensión tiene su reflejo en esa dimensión y en paralelo en las dimensiones reflejas espiritual. Esto está de acuerdo con la antigua enseñanza hermética: "Así como es arriba, es abajo; así como es abajo, es arriba".
Mosén Shabí (Alba Regia, Hungría S.XIV) decía: el espíritu, el cuerpo y la mente de la persona, cuando nace, es como una semilla plantada, pura, nueva, limpia de cualquier influencia y con millones de caminos que recorrer. Pero la semilla, cuando germina, está en la oscuridad y para florecer debe luchar contra esa oscuridad de la tierra(1), debe emerger y luchar para buscar la luz, es la única forma que pueda llegar a florecer, dar frutos y unirse con la creación.
Recordemos: la cábala plantea que el ser humano nace libre y puro y de el depende la elevación espiritual, el florecimiento.

Para florecer, el estudiante de cábala y en nuestro caso, nosotros, debemos dominar las correspondencias de nuestros actos y como nos influyen, siendo complejo el sistema de correspondencias, estas no deben ser pensadas, de manera alguna, como mecánicas o automáticas sino mas bien secuenciales o modulares. Siguiendo el ejemplo de la planta-alma humana de Mosén Shabí las acciones que nos elevan nos acercan a la unión con el cosmos divino y las que no nos elevan nos retrotraen a la raíz y a la fuente de toda esta complejidad, a la muerte simbólica que nos permita renacer en la prueba de la tierra para retomar el camino de la busque del Ser Infinito en un ciclo que solo se romperá cuando entendamos que nosotros somos, estamos, participamos y que modificamos todo el holograma multidimensional que llamamos "El Universo".
Nuestra vida pues forma parte integral en la creación, incluyendo la humanidad, la tierra, el cosmos, el mundo mental y astral y estos mundos son duales, todos los actos, acciones, pensamientos tienen dos sentidos opuestos, elevan o retornan a la tierra.
La cábala también enseña que, el cuerpo no es más que una "forma". Carece de la capacidad de hacer algo por sí mismo a no ser que sea dirigido por una dimensión más profunda, es decir, el alma. Bajo la dirección del alma, todas las partes interconectadas del cuerpo juegan su papel para representar los deseos de la persona y permitirle alcanzar su objetivo. Por otro lado, una dimensión más profunda sin la forma que haría que esa profundidad se volviera una estructura concreta, dejaría todo en un estado de animación suspendida. No hay objetivo, porque no hay forma.
Recordemos: el cuerpo es una forma, una herramienta del astral y la mente, del mismo modo que nuestro astral y mente le dan ánima(2), nuestras acciones animadas dan ánima al cosmos, a la globalidad a lo comunitario.
Recordemos: el cuerpo humano, requiere de un alma para ponerlo en movimiento y los movimientos y acciones de los humanos modifican, no solo nuestro cuerpo astral y mental si no que influyen en el alma colectiva, en el universo, nuestras acciones contienen la mística necesaria para buscar más profundamente en la vida y en su significado.(3)

El poder de las letras, los números y la palabra.
Los cabalistas, trabajan en la idea que las palabras de la Torah(4), están sabiamente escogidas y que en ellas se recoge la palabra perdida. Si leemos el Génesis, nos encontramos varias veces una secuencia de creación que consiste en - palabra – observación – nominación -, en el relato creacionista, todo se crea a partir de “Dios dijo” después “Dios vio” y posteriormente(5) “nomina”, da nombre. Todo apunta que una palabra, una vibración, un sonido es el que crea y para comprensión de los humanos, una vez verificada la creación, le da un nombre que no es “el nombre de creación” si no un nombre sustituto.
El nombre de creación, nos daría la capacidad de crear vida, mares, mundos, por eso, Dios no lo da, se lo reserva como rasgo de divinidad, dándonos un nombre sustituto de la palabra y la palabra pasa a ser palabra perdida.
Otro de los ejemplos más evidentes de la palabra de creación, de la vibración etérica que compone crea y destruye el todo, esta en el evangelio de San Juan, capitulo 1 versículos del 1 al 4:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Ante de seguir, y por redondear las alusiones a la vibración como fuente de creación, es posible encontrarlo como fuente de destrucción, en Josué 6, versículos 4 y 5:
Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
Por lo tanto, toda manifestación física es una vibración que se crea y se destruye por LA PALABRA (perdida) y se modifica por algunas palabras complementarias y las palabras nos provocan ciertos cambios, palabras que nos causan sensaciones y activan nuestros sentidos.
Entre esas palabras que cuando son pronunciadas, nos provocan cambios sensoriales la más poderosa es nuestro propio nombre, el nombre en el cual nos reconocemos, no es el nombre de la documentación, es “nuestro nombre”. Cuando se pronuncia "nuestro nombre", nuestro cuerpo astral tiende a prepararse para recibir una información y nuestros canales energéticos se configuran en una forma geométrica personal para que esa información circule por nuestro cuerpo de un modo eficiente y si nuestro nombre es unido a una palabra diseñada para navegar en las autopistas de nuestros canales energéticos, se obra el milagro.
Claro está, desde un punto cabalístico puro, que esa palabra es una palabra pronunciada en hebreo y además no en hebreo moderno que es una lengua re-instalada a finales del S. XIX, ni siquiera es hebreo Yiddish ni ladino medieval, ni siquiera el hebreo litúrgico-académico, hablamos del hebreo de la Mishná, testimoniado entre el siglo I d. C. y el siglo III o IV d. C. y como podemos comprender estamos hablando de una lengua que no tenemos nada claro como se pronuncia, dado que pasó a ser una lengua solo escrita, pero no pronunciada desde hace 2400 años.
La solución cabalística al problema de la pronunciación fue la geometrización(6) de la palabra, el uso del valor numérico de la palabra usando un hebreo litúrgico normalizado. Para ello se utilizan tablas de transliteración como esta:
En ocasiones encontramos a quienes desde el nombre y atributo, pretenden sustituir las letras del alfabeto latino por la unidades numéricas de su equivalente en el alefato(7) para sacar el número de su nombre(8). Esto es un error, dado que para que esto funcionara deberíamos componer las letras hebreas de forma que su pronunciación teórica de hebreo de la Mishná, tengan un sonido lo mas parecido al nombre y atributo que se buscan, dado que como hemos comentado antes no se conoce exactamente la pronunciación, si bien sabemos que la pronunciación del hebreo litúrgico es bastante aproximada es este hebreo el usado para la traducción de la palabra, que no de las letras, y como es aproximada, en ocasiones la magia vibracional cabalística puede fallar en algunas personas.

Recordemos: la cábala en si misma es todo un ciclo iniciático basado en la fe religiosa judía, que su estudio puede ocuparnos toda la vida. De hecho a miles de estudiantes les ocupa una vida y solo son continuadores de la obra de un predecesor. Para nosotros, lo importante es el concepto de la interrelación de nuestras acciones en los tres cuerpos humanos y en el universo akáshico y la numerología para poder complementar y mejorarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes.

Recordemos: la numerología asociada al calculo cabalístico es una fuerza de la naturaleza que puede canalizarse para la creación de talismanes y vibraciones complementarias que pueden modular nuestro ser.


(1) La prueba de la tierra, la muerte simbólica del buscador de la luz esta reflejada en esta explicación cabalística.
(2) Recordemos el animismo chamánico y africano.
(3) Principio común a todas las corrientes esotéricas de origen judeocristiano y básico en rosacrucismo, GFB y masonería.
(4) Los 5 primeros libros del antiguo testamento, en cristianismo se llama Pentateuco y son: Génesis, Números, Éxodo, Levítico y Deuteronomio.
(5) A veces nomina antes de ver, dependiendo de la versión de la Biblia.
(6) Una combinación de los valores numéricos de las letras transliteradas para dejarla en un numero cuyas cifras pueden variar según la utilidad que se le quiera dar.
(7) Alfabeto hebreo.
(8) Un pequeño guiño al Apocalipsis 13 versículo 17 y 18. “y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.  Aquí hay sabiduría, el que tenga entendimiento, calcule el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.”



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