Historia.
En
su momento, clasificamos la cábala en corrientes esotéricas
orientales, lo hicimos por el convencionalismo de asumir que la
cábala es consustancial con la hermenéutica del Pentateuco y con el
estudio de la Torah, pero esto no es del todo cierto, la verdad es
que la cábala tal como la conocemos es relativamente reciente. Lo
que en ningún caso es reciente es su origen, la mística judía.
La
mística judía, sin haber consenso sobre el tema, parece que empieza
a tomar cuerpo en el siglo IV A.C., tomando del mazdeísmo parte de
su doctrina. Este misticismo judío estaba plagado de elementos
religiosos y supersticiones basadas en Ángeles, demonios, espíritus,
seres elementales y toda la parafernalia del esoterismo de bajo
nivel, pero pronto evolucionó hasta que la doctrina cabalista llegó
a ser monoteísta y asumida dentro de la religión judía.
Fue
probablemente el Rabí Shimón ben Yojai el iniciador de la cábala
monoteísta y consustancial con la fe. No obstante la cábala fue
perdiendo fuelle, si alguna vez lo tuvo, hasta su casi completa
desaparición, sin que esto evitara diversos destellos de luz
retornada durante este periodo. En esos destellos y casi al unísono,
en diversos puntos hubo un resurgir de la cábala. Durante el siglo
XII y XIII, se publicaron una serie de tratados, como El Zohar, El
Sefer Yetzirá y El Sefer Habahir. Estos tratados, provocaron un
renacimiento de la cábala tal y como la conocemos en esta etapa
moderna, pero no nació en oriente, si no en occidente, tan occidente
que sus punto de nacimiento podemos marcarlo en Francia y en España
y casi localizado en la actual Cataluña y Provenza.
El
destino quiso que una doctrina esotérica acerca de los misterios de
Dios y del Universo, surgida en la Babilonia del S. IV A.C., basada
en textos hebreos y preñada de mística oriental como la
numerología, revelaciones etc., se amalgamara brillantemente en la
Corona de Aragón a las puertas del Imperio Almohade y además, de
fuentes no judías como reacción contra el rabinismo y el extremo
racionalismo, que regían el judaísmo de aquel entonces.
Ya
hemos visto en anteriores monografías que el término cábala
deקַבָּלָה
(qabbalah),
en hebreo, no significa otra cosa que tradición, además tradición
en un sentido genérico abierto, referida a cualesquier norma no
escrita de cumplimiento por su transmisión cultural, como podrían
ser las modas de vestimenta, peinados, formas, usos y costumbres
sociales y como no, la llamada Tradición con mayúsculas, la
esotérica o iniciática.
Tanto
es así, que cuando el termino cábala se emplea sin adjetivos, esta
es entendida como la Tradición esotérica. A nuestro lenguaje ha
llegado el término cábala como sinónimo de esta acepción relativa
a la iniciación y al mundo esotérico dejando el término tradición
para los aspectos exotéricos.
Dado
que no es el objetivo de estas monografías introducirnos en el mundo
religioso judaico, tendremos que abordar la cábala desde los puntos
de vista que nos interesan desde una óptica esotérica y estos son
la referencia a la relación de dos mundos enfrentados, el tangible y
el intangible “lo que es arriba es abajo” y el aspecto
vibracional del poder de las letras, los números y la palabra. Visto
el espacio del que disponemos en estas paginas, no vamos a
analizar si primero fue el huevo o la gallina, nos interesa la
gallina y esta va al grano.
Lo
que es arriba es abajo.
La
Cábala enseña y esto es fundamental, que todo lo que existe en una
dimensión física tiene su reflejo en los mundos astrales y
mentales, seamos o no seamos conscientes de ello. Toda acción tiene
una reacción causal en los tres mundos y en consecuencia no hay
acción en ninguna de nuestras manifestaciones que no provoque un
cambio en nosotros.
Recordemos:
Todo lo que es, ocurre en una dimensión tiene su reflejo en esa
dimensión y en paralelo en las dimensiones reflejas espiritual. Esto
está de acuerdo con la antigua enseñanza hermética: "Así
como es arriba, es abajo; así como es abajo, es arriba".
Mosén
Shabí (Alba Regia, Hungría S.XIV) decía: el espíritu, el cuerpo y
la mente de la persona, cuando nace, es como una semilla plantada,
pura, nueva, limpia de cualquier influencia y con millones de caminos
que recorrer. Pero la semilla, cuando germina, está en la oscuridad
y para florecer debe luchar contra esa oscuridad de la tierra(1),
debe emerger y luchar para buscar la luz, es la única forma que
pueda llegar a florecer, dar frutos y unirse con la creación.
Recordemos:
la cábala plantea que el ser humano nace libre y puro y de el
depende la elevación espiritual, el florecimiento.
Para
florecer, el estudiante de cábala y en nuestro caso, nosotros,
debemos dominar las correspondencias de nuestros actos y como nos
influyen, siendo complejo el sistema de correspondencias, estas no
deben ser pensadas, de manera alguna, como mecánicas o automáticas
sino mas bien secuenciales o modulares. Siguiendo el ejemplo de la
planta-alma humana de Mosén Shabí las acciones que nos elevan nos
acercan a la unión con el cosmos divino y las que no nos elevan nos
retrotraen a la raíz y a la fuente de toda esta complejidad, a la
muerte simbólica que nos permita renacer en la prueba de la tierra
para retomar el camino de la busque del Ser Infinito en un ciclo que
solo se romperá cuando entendamos que nosotros somos, estamos,
participamos y que modificamos todo el holograma multidimensional que
llamamos "El Universo".
Nuestra
vida pues forma parte integral en la creación, incluyendo la
humanidad, la tierra, el cosmos, el mundo mental y astral y estos
mundos son duales, todos los actos, acciones, pensamientos tienen dos
sentidos opuestos, elevan o retornan a la tierra.
La
cábala también enseña que, el cuerpo no es más que una "forma".
Carece de la capacidad de hacer algo por sí mismo a no ser que sea
dirigido por una dimensión más profunda, es decir, el alma. Bajo la
dirección del alma, todas las partes interconectadas del cuerpo
juegan su papel para representar los deseos de la persona y
permitirle alcanzar su objetivo. Por otro lado, una dimensión más
profunda sin la forma que haría que esa profundidad se volviera una
estructura concreta, dejaría todo en un estado de animación
suspendida. No hay objetivo, porque no hay forma.
Recordemos:
el cuerpo es una forma, una
herramienta del astral y la mente, del mismo modo que nuestro astral
y mente le dan ánima(2),
nuestras acciones animadas dan ánima al cosmos, a la globalidad a lo
comunitario.
Recordemos:
el cuerpo humano, requiere de
un alma para ponerlo en movimiento y los movimientos y acciones de
los humanos modifican, no solo nuestro cuerpo astral y mental si no
que influyen en el alma colectiva, en el universo, nuestras acciones
contienen la mística necesaria para buscar más profundamente en la
vida y en su significado.(3)
El
poder de las letras, los números y la palabra.
Los
cabalistas, trabajan en la idea que las palabras de la Torah(4),
están sabiamente escogidas y que en ellas se recoge la palabra
perdida. Si leemos el Génesis, nos encontramos varias veces una
secuencia de creación que consiste en - palabra – observación –
nominación -, en el relato creacionista, todo se crea a partir de
“Dios dijo” después “Dios vio” y posteriormente(5)
“nomina”, da nombre. Todo apunta que una palabra, una vibración,
un sonido es el que crea y para comprensión de los humanos, una vez
verificada la creación, le da un nombre que no es “el nombre de
creación” si no un nombre sustituto.
El
nombre de creación, nos daría la capacidad de crear vida, mares,
mundos, por eso, Dios no lo da, se lo reserva como rasgo de
divinidad, dándonos un nombre sustituto de la palabra y la palabra
pasa a ser palabra perdida.
Otro
de los ejemplos más evidentes de la palabra de creación, de la
vibración etérica que compone crea y destruye el todo, esta en el
evangelio de San Juan, capitulo 1 versículos del 1 al 4:
En
el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él
fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En
él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Ante
de seguir, y por redondear las alusiones a la vibración como fuente
de creación, es posible encontrarlo como fuente de destrucción, en
Josué 6, versículos 4 y 5:
Y
siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero
delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la
ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas. Y cuando toquen
prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de
la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad
caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.
Por
lo tanto, toda manifestación física es una vibración que se crea y
se destruye por LA PALABRA (perdida) y se modifica por algunas
palabras complementarias y las palabras nos provocan ciertos cambios,
palabras que nos causan sensaciones y activan nuestros sentidos.
Entre
esas palabras que cuando son pronunciadas, nos provocan cambios
sensoriales la más poderosa es nuestro propio nombre, el nombre en
el cual nos reconocemos, no es el nombre de la documentación, es
“nuestro nombre”. Cuando se pronuncia "nuestro nombre",
nuestro cuerpo astral tiende a prepararse para recibir una
información y nuestros canales energéticos se configuran en una
forma geométrica personal para que esa información circule por
nuestro cuerpo de un modo eficiente y si nuestro nombre es unido a
una palabra diseñada para navegar en las autopistas de nuestros
canales energéticos, se obra el milagro.
Claro
está, desde un punto cabalístico puro, que esa palabra es una
palabra pronunciada en hebreo y además no en hebreo moderno que es
una lengua re-instalada a finales del S. XIX, ni siquiera es hebreo
Yiddish ni ladino medieval, ni siquiera el hebreo
litúrgico-académico, hablamos del hebreo de la Mishná,
testimoniado entre el siglo I d. C. y el siglo III o IV d. C. y como
podemos comprender estamos hablando de una lengua que no tenemos nada
claro como se pronuncia, dado que pasó a ser una lengua solo
escrita, pero no pronunciada desde hace 2400 años.
La
solución cabalística al problema de la pronunciación fue la
geometrización(6) de la palabra, el uso del valor
numérico de la palabra usando un hebreo litúrgico normalizado. Para
ello se utilizan tablas de transliteración como esta:
En
ocasiones encontramos a quienes desde el nombre y atributo, pretenden
sustituir las letras del alfabeto latino por la unidades numéricas
de su equivalente en el alefato(7) para sacar el número
de su nombre(8). Esto es un error, dado que para que esto
funcionara deberíamos componer las letras hebreas de forma que su
pronunciación teórica de hebreo de la Mishná, tengan un sonido lo
mas parecido al nombre y atributo que se buscan, dado que como hemos
comentado antes no se conoce exactamente la pronunciación, si bien
sabemos que la pronunciación del hebreo litúrgico es bastante
aproximada es este hebreo el usado para la traducción de la palabra,
que no de las letras, y como es aproximada, en ocasiones la magia
vibracional cabalística puede fallar en algunas personas.
Recordemos:
la cábala en si misma es todo un ciclo iniciático basado en la
fe religiosa judía, que su estudio puede ocuparnos toda la vida. De
hecho a miles de estudiantes les ocupa una vida y solo son
continuadores de la obra de un predecesor. Para nosotros, lo
importante es el concepto de la interrelación de nuestras acciones
en los tres cuerpos humanos y en el universo akáshico y la
numerología para poder complementar y mejorarnos a nosotros mismos y
a nuestros semejantes.
Recordemos:
la numerología asociada al calculo cabalístico es una fuerza de
la naturaleza que puede canalizarse para la creación de talismanes y
vibraciones complementarias que pueden modular nuestro ser.
(1)
La prueba de la tierra, la muerte simbólica del buscador de la luz
esta reflejada en esta explicación cabalística.
(2)
Recordemos el animismo chamánico y africano.
(3)
Principio común a todas las corrientes esotéricas de origen
judeocristiano y básico en rosacrucismo, GFB y masonería.
(4)
Los 5 primeros libros del antiguo testamento, en cristianismo se
llama Pentateuco y son: Génesis, Números, Éxodo, Levítico y
Deuteronomio.
(5)
A veces nomina antes de ver, dependiendo de la versión de la Biblia.
(6)
Una combinación de los valores numéricos de las letras
transliteradas para dejarla en un numero cuyas cifras pueden variar
según la utilidad que se le quiera dar.
(7)
Alfabeto hebreo.
(8)
Un pequeño guiño al Apocalipsis 13 versículo 17 y 18. “y que
ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el
nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay
sabiduría, el que tenga entendimiento, calcule el número de la
bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos
sesenta y seis.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario