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7.-La equidistancia

El ser humano tiene que tomar partido cada día, tiene que tomar decisiones que nos afectan a nosotros, a nuestra familia y a la parte de la sociedad más cercana a nosotros. Las decisiones las tomamos generalmente en base a nuestro conocimiento de la situación, unida o matizada por nuestras ideas y sentimientos.

En el camino y a la gloria del progreso intentamos inculcar la idea de la equidistancia.

Echando una mirada atrás nos encontramos con el filosofo Aristóteles que enseñaba una forma de decidir llamada el “principio del tercero excluido”, a nuestros días nos ha llegado con su formulación latina “tertium non datur”. La explicación del principio es bastante básica, pero nos sirve de punto de partida. Este principio expresa que las cosas son o no son, por ejemplo o es de día o es de noche o llueve o no llueve, excluyendo una tercera posibilidad en la lógica dialéctica.

En realidad este principio lo aplicamos inconscientemente a los asuntos más intangibles en especial a las creencias, las cosas las entendemos como verdad o como falsedad, excluyendo otras posibilidades. Stuard Mill, ante preguntas que requerían una contestación en negativo o en positivo o que se viera obligado a contestar con “principio de tercero excluido” contestaba: abracadabra como forma de transmitir una intención que no es ni verdadera ni falsa, sino que carece de sentido.(1)

La alternativa buenista al “principio del tercero excluido” fue el punto medio, aquel que se muestra en igual acuerdo o desacuerdo con todos los puntos de vista existentes. Creando un autentico galimatías en el pensamiento. Si alguien afirma que es de día y otro afirma que es de noche, uno de los dos debe estar equivocado, no se puede estar en acuerdo o desacuerdo con ambas posturas a la vez. En lo humano el punto medio pondría en pie de igualdad al delincuente y a la victima, al poderoso y al oprimido.

Tanto la tesis del tercero excluido o el punto medio son humana, ética y espiritualmente inasumibles.
26La solución nos llegó de la filosofía equidistante oriental, atribuida a Buda, que reflejó la subjetividad en su célebre frase sobre el afinado de una cítara. “Si la cuerda está muy floja no producirá su bello sonido y si la cuerda está muy tensa, ésta se romperá”. Sin embargo no nos dijo cuál era el estado óptimo de la afinación.

Hagamos un inciso a la equidistancia y volvamos al “principio del tercero excluido”, en la vida actual, se usa en el lenguaje y en los medios de comunicación este principio con el fin de generar paradojas interpretativas. Tenemos que estar atentos a los razonamientos falaces.

La libertad de pensamiento es absolutamente necesaria en un neófito.

Recordemos: La libertad de pensamiento es necesaria en un neófito, por lo que tenemos que estar siempre pendientes de la naturaleza real de lo que vemos y entendemos. 

Comprender las trampas del lenguaje, los dogmas y los hechos “sabidos” para interpretarlos correctamente. El principio esotérico se llama “conocer la esencia” ¿Qué es lo que realmente nos expresan? ¿Cuál es la naturaleza de la persona?

Estemos atentos a la hipocresía.

Alejándonos de la lógica aristotélica donde algo “es A” o “es no A”, y alejándonos de la teoría del punto medio donde puede ser de día y de noche al mismo tiempo, nos queda como postura de la equidistancia subjetiva.

La realidad no existe. Existe la percepción de la realidad, el Kybalion (2) lo define extraordinariamente en sus principios herméticos: Todo es mente; el universo es mental. El filosofo y
obispo de Cloyne George Berkeley, llegaba a decir que sólo existe lo que se piensa, dado que todo es mental, cuando le preguntaban si un árbol dejaba de existir si nadie lo pensaba, su respuesta era “Dios lo piensa todo en todo momento”.

La equidistancia, limita la validez de la verdad al sujeto que la conoce, es decir, la verdad de unos no tiene por que ser la verdad de otros y sin embargo todo es verdad. Esta aparente paradoja se produce porque la Verdad ( con mayúsculas, expresando aquí una verdad absoluta ), no puede ser conocida totalmente por un individuo, por lo tanto todos conocemos parte de la verdad y la matizamos con nuestros conocimientos y particularidades.

Las cosas no son, las cosas se creen en la mente. Permitámonos un ejemplo; si creemos firmemente en el mundo astral y que con la necesaria práctica una persona puede cambiar de plano físico al astral e interaccionar en él. ¿Tenemos pruebas objetivas?, no, no las tenemos, por eso decimos siempre que la experiencia es siempre subjetiva y valorada en la percepción personal de la realidad.

En el plano profano, esta postura, además, nos permite adaptarnos a nuestra propia realidad diaria y cambiar nuestra realidad conforme tengamos información nueva.

No confundamos nunca la equidistancia subjetiva con el con el relativismo (3) . Las dos posturas no admiten ninguna verdad absoluta que tenga validez universal, sin embargo, la equidistancia hace depender el conocimiento de factores que dependen de nosotros mismos, el relativismo los hace depender de factores externos.

La verdad, comprendida como una realidad mental, queda circunscrita al conocimiento del individuo, por lo que las decisiones colectivas basadas en las creencias son deplorables, la consecuencia el esoterismo debería ser laico, no impone fe, creencia o dogma alguno. Sin embargo considera su deber el estudio de la creencia como camino indiscutible de la comprensión de los mundos.

(1)Abracadabra: ‫כדברא‬ ‫אברא‬ avrah kahdabra que significa: "Yo creo como hablo"
(2)El Kybalion será tema de una capitulo y recomendación de su lectura integra
próximamente.
(3) El relativismo, en sentido amplio, es el concepto que sostiene que los puntos de
vista no tienen verdad ni validez universal, sino sólo una validez subjetiva y relativa a
los diferentes marcos de referencia

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